jueves, 7 de febrero de 2013

Me cambié el nombre

Hace algunos meses conocí a una persona cuyas expectativas hacia ella estaban más bajas que las raíces de un árbol. Pero resulta que esa persona modificó extrañamente mi vida.

Su nombre es Jessica Day y aunque no atraviese los límites de la realidad, influyó en el panorama que tengo sobre la vida.

Si bien es cierto que toda mi vida he tenido comportamientos infantiles y hasta cierto punto absurdos, la misma Jess me hizo reafirmar esos complejos para vivir a diestra y siniestra los caóticos y bipolares días.

Entre mis tantas manías está la de preguntar, tal como lo hace un niño de cinco, y aunque lo hago con frecuencia, tal vez nunca entienda el verdadero significado de “El Arbol de la Vida” y a que se refiere la gente cuando dice “Tu eres lo que comes” pero me dá igual, mientras no se me olvide alimentar a Wonka (mi Beagle) y darle agua a mi planta de la abundancia cada tres días todo estará bien.

Y  aunque no tenga el coeficiente musical de Jess trato de alegrarme el día con la canción que, por alguna extraña razón, tarareo cada vez que me levanto de la cama y que se aferra a mi aunque no conozca su título o esté en mi “lista de canciones que nunca debo de escuchar”.

Estoy convencido de hacer cosas fuera de lugar porque cuando cruce el lindero de la vejez no tendré de qué reírme ni que contar en esas flácidas tardes de té; así que un día de estos te sorprenderé pintándome el cabello de azul o usando un disfraz extraño en una de esas tantas obras musicales que rondan por la ciudad.

Porque a pesar de mis 23 (infantiles) años, yo, Jonathan –Peter Pan- Mont, seguiré andando por el camino amarillo hasta encontrar lo que busco, lo que me hace feliz y a la persona que alimentará mi corazón.

Y sobre Jessica Day no te puedo contar mucho, mejor descubre y analiza su acertada vida en “New Girl” para que te quede claro que todo depende de la actitud.

P.D. Esto lo escribí haciendo muecas debido al alto contenido de mostaza en mi sándwich.