Hace algunos meses conocí a una persona cuyas expectativas
hacia ella estaban más bajas que las raíces de un árbol. Pero resulta que esa
persona modificó extrañamente mi vida.
Su nombre es Jessica Day y aunque no atraviese los límites
de la realidad, influyó en el panorama que tengo sobre la vida.
Si bien es cierto que toda mi vida he tenido comportamientos
infantiles y hasta cierto punto absurdos, la misma Jess me hizo reafirmar esos
complejos para vivir a diestra y siniestra los caóticos y bipolares días.
Entre mis tantas manías está la de preguntar, tal como lo
hace un niño de cinco, y aunque lo hago con frecuencia, tal vez nunca entienda
el verdadero significado de “El Arbol de la Vida” y a que se refiere la gente
cuando dice “Tu eres lo que comes” pero me dá igual, mientras no se me olvide
alimentar a Wonka (mi Beagle) y darle agua a mi planta de la abundancia cada
tres días todo estará bien.
Y aunque no tenga el
coeficiente musical de Jess trato de alegrarme el día con la canción que, por
alguna extraña razón, tarareo cada vez que me levanto de la cama y que se
aferra a mi aunque no conozca su título o esté en mi “lista de canciones que
nunca debo de escuchar”.
Estoy convencido de hacer cosas fuera de lugar porque cuando
cruce el lindero de la vejez no tendré de qué reírme ni que contar en esas
flácidas tardes de té; así que un día de estos te sorprenderé pintándome el
cabello de azul o usando un disfraz extraño en una de esas tantas obras
musicales que rondan por la ciudad.
Porque a pesar de mis 23 (infantiles) años, yo, Jonathan
–Peter Pan- Mont, seguiré andando por el camino amarillo hasta encontrar lo que
busco, lo que me hace feliz y a la persona que alimentará mi corazón.
Y sobre Jessica Day no te puedo contar mucho, mejor descubre
y analiza su acertada vida en “New Girl” para que te quede claro que todo depende
de la actitud.
P.D. Esto lo escribí haciendo muecas debido al alto
contenido de mostaza en mi sándwich.