miércoles, 30 de enero de 2013

El destino y su cabello largo

El día no puede terminar sin una queja, es como Helena Bonham Carter en alguna de las películas de Tim Burton, nunca falta.

Y por más diminuta que sea, seguirá llamándose queja, al menos hasta que creen nuevas definiciones para quejas de diferentes magnitudes, Se imaginan?

Pero hay días en que la quejas van dirigidas hacia algo que no tiene cara (aunque algunas le ponen) o apellidos, su nombre empieza con “D”.  Si, el destino. Yo me imagino al destino como una mujer con un gran cabello largo y dorado, una piel suave y blanca y un vestido Chanel bellamente blanco, algo así como un personaje del Señor de los Anillos…

Pero más allá de su amorfa apariencia, si yo fuera vidente, seguro me quedaría aquí escribiendo hasta convencerte de que el destino ya está escrito, (como dice la abuela) y aunque puede que sea cierto, también puede que no.

La Señorita Destino, cada vez, sin importar que sea día festivo o que se estrene un nuevo capítulo de The Walking Dead, parece entrar en una fase caprichosa para hacernos retorcer desde nuestro interior y decir todo ese incrédulo discurso que inicia con el famoso “Por que a mí…” y a pesar de que no tengamos programada una cita con ella para tratar de aplicar algunas cuantas mentiras, existe la posibilidad de evitar toda esa escena de telenovela.

Si bien es cierto que muchas cosas nosotros no las controlamos, hay algunas más que podemos crear, modificar y en el mejor de los casos borrar. Incluso hay veces que eso que vemos como el peor apocalipsis de nuestras vidas, termina siendo el evento que da paso al paraíso y a las cosas que nos hacen sentir bien.

Posiblemente no te acuerdes de esto cuando estés en uno de esos casos, tal vez ni yo lo haga, pero aun así quiero decirte que todo está en la actitud. Es como el pastel imposible, solo que en este caso el chocolate es el destino y el flan la actitud positiva o negativa –según el caso- Si el destino te da una bofetada lo mejor es responderle con una magnifica carcajada y si te pone el pié, no importa, levántate bailando el Gangnam Style.

Tal vez es tiempo de que empecemos a sobornar al destino; aún no se cual es su helado favorito, pero al menos la  intento manipular todos los días, y cuando sigue en su papel de Tronchatoro y me hace alguna travesura, solo le sonrío, así como sonrío cuando pone en mi camino personas agradables, momentos lindos y colores llamativos.

Hay que vivir así, tal cual somos, con nuestra fealdad perfectamente bella, con nuestros disfraces de mentiras y con nuestras pícaras sonrisas, lo demás terminará sumándose a nuestra aventura.


jueves, 24 de enero de 2013

Un, dos, tres, por mí


Entre las miles de ideas que se retorcían en mi mente como seres extraños en un infierno, estaba la de compartir sentimientos por medio de letras. Pero entre la estrecha propuesta mediática solo conseguí abrir un tumblr y crear una especie de textos rápidos que escribía en momentos donde era mas probable que un deja vu se apodera de mi mente.


Después de cien mil años y de aplicarme una psicología infundada y más falsa que el Capitán Garfio conseguí lo que sentía inalcanzable: mi blog.

El nombre está mas claro que la piel de Robert Pattinson en Twilight. Tendré que abrir ciertos caminos para cavar más allá de mi cerebro y contar cosas vivenciales, inimaginables o extrañas, porque no necesité ganarme un premio Nobel para escribir ni ser el creador de un Best Seller para llenar algunos párrafos de historias reales.

Y no pretendo de hacerme de amigos ni de tantos enemigos, solo me gustaría que probaras un sorbo de mi sopa de letras para conjugar pensamientos y crear momentos (esto último no es la frase de una canción).

Así que a partir de hoy y hasta el verdadero fin del mundo llenaré con unas cuantas letras más la profunda ánfora del internet con publicaciones que tendrás que leer para descubrir si son reales o no.

Ahora que tal si me prestas tus ojos porque yo te prestaré mis letras.